Víctor Manuel Valera Montero
Resumen:
El estudiante como centro del proceso educativo. A partir del debate sobre lo que la familia, la sociedad y la escuela deben ofrecer al joven del siglo 21 y la escuela para su desarrollo físico y emocional, es posible identificar al menos tres rasgos en las acciones de los gobiernos. El primero de ellos gira en torno al enfoque que se le da a la educación formativa, el segundo es el rol que juega o debe jugar la educación en función del método una vez que el individuo se inserte en la sociedad, y el último, el problema filosófico que encierra la educación y que fijan el rumbo actual y futuro de esta. El joven es visto como un producto no acabado, sin embargo, es justo reconocerle a él mismo un rol, darle la oportunidad de decidir el tipo de educación que desea y responsabilizarle de ello
Introducción
En 1985, la ONU declaró el año internacional de la juventud. A partir de ahí, el debate acerca del rol que juega actualmente la educación en el medio superior giran básicamente en tres aspectos. El primero de ellos es el enfoque que se le da; si debe ser centrado en la persona, en el aprendizaje, en las competencias, o en el método.
El segundo y como consecuencia del primero, es propiamente dicho, su rol. De donde se desprenden otros aspectos cruciales tales como el tipo de oferta educativa en función de las tendencias observadas a nivel mundial, -entre las que se destacan el modelo constructivista con enfoque en competencias cuyo sustento epistemológico se apoya a su vez en el modelo de inteligencias múltiples-, el modelo basado en el aprendizaje situado (en algunas referencias bibliográficas se le describe como modelo basado en la resolución de problemas o ABP por sus siglas), y el modelo cibernético en donde se ubica a la educación cibernética y/o virtual.
El tercera, a mi juicio, es el relativo al problema filosófico que encierra la educación en un contexto universal y que tiene como base las cuestiones fundamentales del ser y que de alguna manera influyen en la fijación del rumbo que actualmente sigue la educación media superior, de donde surgen cuestiones tales como: ¿Es necesario corregir rumbos o vamos por el camino correcto? ¿La educación actual responde a las necesidades actuales? ¿Cuál es el sentido que le damos a la educación actual? ¿Se educa para mejorar la sociedad, o la sociedad determina el tipo de educación? En los planes educativos ¿Se parte de la idea de que la educación transforma a los individuos y éstos a su vez, transforman la sociedad?
Qué debe ofrecer al joven estudiante el nivel medio superior; Los roles
Cuando hablo de los roles en la educación media superior me refiero al papel que juegan los actores principales que intervienen en ella y que los podemos visualizar representados por las instituciones gubernamentales, la familia, la sociedad en general y por supuesto, los jóvenes.
Comenzando por el gobierno, es quien pone los espacios físicos, el personal docente y el marco jurídico para que se de la educación. Una educación del siglo 21 debe aspirar a terminar con la discriminación que vía los recursos económicos que destina a los diferentes programas y proyectos; se hace de las diferentes escuelas que conforman la oferta educativa nacional, estatal y hasta local de acuerdo con los criterios que últimamente se han aplicado, y que son facultad de los gobiernos estatales para determinar la cantidad y tipo de escuelas favoreciendo claramente a unas en detrimento de las otras. Desde ahí, los jóvenes se etiquetan y se clasifican en función de un nivel de exigencia determinado por una especie de élite liderada por las escuelas de mayor demanda.
Por otra parte, el personal docente que atiende la educación de esos jóvenes es etiquetado también en función de su historial académico y últimamente por su certificación a través del PROFORDEMS. En cuanto al marco jurídico, el soporte son las reformas más recientes al bachillerato a través de los acuerdos secretariales números 345, 442, 444, 447, 449, 480 y 488 en los que se definen el plan de estudios vigente, el marco curricular común, las competencias genéricas, disciplinares y profesionales, las modalidades de oferta, las competencias docentes y directivas así como la normatividad para las escuelas que ingresarán al sistema nacional de bachillerato.
El segundo actor, la familia, es desde mi punto de vista, la primera instancia en donde el joven adquiere y se forma en valores; sus valores, los cuales modificará en función del contexto en donde los aplique. Aparece así, el tercer actor, la sociedad, formada por muchas familias, agrupadas por entidades regionales, étnicas, religiosas o por su área geográfica.
Queda el último y sin duda, el más importante por ser él a quien va dirigida la acción educativa, el joven como individuo, como persona en proceso de formación, como el futuro ciudadano del mundo que hereda una complejidad en todos los aspectos y que aumenta cada día.
Resumiendo hasta aquí, lo que se debe ofrecer al joven por parte del gobierno es una escuela que brinde un servicio de calidad, que atienda la diversidad y proporcione los elementos necesarios (espacios, y medios) para que el joven desarrolle plenamente su potencial, que fomente entre su personal la misión y visión, es decir, un proyecto compartido entre docentes, y padres de familia. Debe ofrecer instituciones preparadas para actuar en el marco de la globalización, evitar que en aras de la formación de los individuos se den nuevas formas de explotación del hombre por el hombre a través del desarrollo tecnológico. El uso correcto del poder, formar individuos que procuren ser parte de una sociedad que interactúa entre sí y exija a su vez, mejores gobiernos.
Resulta inmoral por un lado, capacitar a los docentes o darles oportunidad de hacerlo pero por otro lado, no invertir en las escuelas para que los maestros que se han preparado tengan los espacios o las formas mínimas indispensables para que pongan en práctica lo que han aprendido y luego, consecuentemente, exhibir que los maestros no tienen capacidad de gestión o rechazan o se oponen sistemáticamente a la innovación pedagógica. Es urgente pues romper el círculo vicioso que se ha creado alrededor de esto.
La familia debe ofrecer no solo el sustento o el apoyo económico al joven. Son los valores tales como la responsabilidad en el cuidado de sí mismo y del medio que le rodea al joven, Debe ayudarle a construir un proyecto de vida, el deseo de ser alguien en un futuro a veces inmediato, la formación de un espíritu de búsqueda de los medios y las herramientas que necesitará en su vida profesional futura. La descomposición social es el resultado de la falta de educación en valores, ésa es la función primordial de la familia, prevenirla orientando adecuadamente a los jóvenes y evitar se desvíen del propósito para el cual se forma la familia.
Finalmente, el joven también debe ofrecer para él mismo. Ofrecer voluntad y disponibilidad para desarrollar una mente crítica y reflexiva, que no esté anclada a viejos paradigmas religiosos, políticos etc.
A manera de conclusión, lo que podemos ofrecer al joven si lo vemos en el contexto de un equipo sociedad-escuela-familia es responder a preguntas que ellos nos hacen y por simples que son resultan muy complejas tales como: ¿para qué estudiar? ¿Me hace falta más educación o usarla mejor? ¿Qué es ser un mejor individuo? ¿Porqué poner el desarrollo personal por encima del económico? ¿Qué gano yo al procurar el bien común? ¿El ser competente significa pasar por encima de los demás?
Seguramente los jóvenes ven en los adultos muchas contradicciones pues en ocasiones damos pie a que se fomenten los antivalores. Decimos y pregonamos unas cosas y hacemos otras, les prohibimos cosas que una vez hicimos o hacemos actualmente. La clave para transformar la sociedad es la educación; el ser congruentes, pero cuantas veces vemos cómo la escuela en su afán de insertarse en la sociedad termina transformándose. Ese es el punto. La escuela, la sociedad y la familia no deben perder de vista que la clave de la evolución de la misma sociedad está en no permitir que el individuo involucione.